Motor turbo o motor atmosférico, ¿cuál elegir?
La nueva normativa europea de emisiones ha impulsado a los motores turbo frente a los atmosféricos
En la actualidad, existe una oferta amplia y diferente entre la que elegir el motor más adecuado para nuestro coche. A la tradicional dicotomía entre motores diésel y motores gasolina, ahora se suman los motores híbridos en sus diferentes versiones (híbrido o híbrido enchufable), los motores eléctricos e, incluso, los motores de hidrógeno por pila de combustible. De momento, esas tres últimas opciones, debido a su mayor precio y a su falta de desarrollo definitivo, no se han asentado del todo en el mercado español. Los motores diésel están viendo cómo se les cuelga el cartel de contaminantes y son los más perjudicados en los nuevos protocolos de contaminación de las grandes ciudades.
Ahora bien, los motores gasolina se sitúan en un punto medio. Con las nuevas normativas de contaminación, las marcas se han visto obligadas a reducir la potencia de sus vehículos para reducir las emisiones. Esto ha perjudicado a los motores atmosféricos clásicos, en detrimento de los motores turboalimentados o sobrealimentados, que son más modernos y eficientes. Pero ¿es cierto que uno es mejor que el otro? ¿Hay alguna excepción?
Diferencias entre motores atmosféricos y motores turbo
La principal diferencia radica en el funcionamiento. Mientras que en el atmosférico es la propia presión atmosférica la que envía el aire a los cilindros, en los motores turbo se utilizan turbinas de aire a alta presión aprovechando los gases del escape. Así, la presión aumenta hasta 1,5 bares.
Por lo demás, lo cierto es que los motores turbo ofrecen un rendimiento mayor, ya que el tirón aumenta también a bajas y medias revoluciones, mientras que los atmosféricos están en desventaja durante toda la etapa media de revoluciones. Esto también ayuda a la hora de ser más eficiente, ya que se puede conducir en marchas largas sin que el motor sufra. Por el contrario, un motor turbo requiere de más atenciones y cuidados, además de que sus reparaciones suelen ser más costosas.
Respecto al consumo, la respuesta es algo ambigua, ya que, aunque las marcas declaran consumos más bajos en los motores turbo, lo cierto es que a velocidades máximas gastan más. Si nos referimos a las sensaciones de conducción, los motores atmosféricos ofrecen una conducción más suave, mientras que los turbo son más agresivos.