Kirguistán, la pobre república ex soviética donde abundan los V8
La orografía del país asiático y su insuficiente red de carreteras hace casi obligatorio disponer de un vehículo potente y con tracción a las cuatro ruedas
Pese a su situación en Asia Central, Kirguistán es una república ex soviética donde aún persisten muchas de las influencias rusas que cambiaron al país a comienzos del siglo XX. La llamada al rezo se funde con grandes avenidas y edificios monumentales, estatuas de Lenin y lenguaje cilírico. Exceptuando el área frontera con Uzbekistán, en el caluroso Valle de Ferghana, la orografía de Kirguistán es bastante irregular. Grandes montañas de más de 4.000 metros de altura, amplios valles y glaciares que hacen imposible una buena comunicación entre ciudades. Con apenas dos autopistas en buen estado, disponer de un todoterreno te podrá evitar un buen dolor de espalda.
Pese a que la capital, Biskek, se asemeja a cualquier ciudad de Europa del Este, hay algo que llama la atención desde el primer momento. En un país donde el sueldo medio no alcanza los 200 euros y donde apenas tres ciudades tienen red eléctrica y alcantarillado completo, abundan los coches potentes y los motores V8 de entre 4.000 y 5.000 centímetros cúbicos. Su sonido es inconfundible, y a los kirguisos les gusta hacer saber que van al volante de una bestia. Desde llamativos Porsche Cayenne, pasando por Mitsubishi Pajero o Nissan Patrol, hasta los más abundantes: los enormes Lexus LX570 y los Toyota Land Cruiser, Sequoia, Prado y Tundra.
Todoterrenos japoneses al servicio de Kirguistán
La gran mayoría de estos grandes todoterrenos, equipados con tracción total y motores V8 de más de 300 CV, son importados desde Japón. Lexus y Toyota son las marcas más reconocibles entre estos monstruos de más de cinco metros de altura y casi dos de alto. El mercado de segunda mano del país nipón es mucho más atractivo que el nacional y el de los países cercanos. Por ello, casi la mitad de los vehículos que circulan por las carreteras kirguisas llevan el volante a la derecha. Muchos de ellos, además, son automáticos, con transmisiones de apenas 4 velocidades. El escaso poder adquisitivo del kirguiso medio obliga a acudir a este mercado; para el conductor japonés, un vehículo de diez años y 200.000 kilómetros debe renovarse. Para el conductor kirguiso, ese vehículo es una suculenta opción de compra y estará listo para llegar al medio millón de kilómetros.
Los Lexus LX570 y los Toyota Land Cruiser, Prado, Tundra y Sequoia de la década pasada abundan en Kirguistán, donde muchas carreteras aún son de tierra y donde la mayoría de los accesos montañosos son impracticables para un vehículo estándar. Dentro de unos años, el parque móvil se renovará, de nuevo, con los V8 de segunda mano importados desde Japón.