Uzbekistán, el paraíso de los Chevrolet blancos
Un 94% del parque móvil de la república ex soviética son Chevrolet o Daewoo de color blanco. Conseguir un vehículo diferente puede conllevar un sobrecoste de hasta el 150%.
Uzbekistán es una república ex soviética. Junto a Kazajistán, Kirguistán, Turkmenistán o Tayikistán forman un núcleo en Asia Central donde la esencia de la URSS sigue siendo palpable en la arquitectura y el diseño de las grandes ciudades. Las grandes avenidas y el brutalismo de los edificios se funden con mezquitas del siglo XIV. Este contraste de culturas, perpetuo desde tiempos de la Ruta de la Seda, también se observa en los rasgos de la población y en el idioma. La influencia de la URSS no solo afectó en el mestizaje sino que, incluso, el ruso es el idioma usado de facto en la calle, pese a que el uzbeko es el oficial.
Se podría pensar que la influencia rusa también estaría latente en el parque móvil, teniendo en cuenta que la URSS fabricó varios de los modelos más vendidos de la historia. El Lada Niva, Lada Sputnik, el Moskovitch 408, el GAZ Volga o el GAZ M-20 Pobeda son algunos ejemplos de modelos que siguen circulando por las carreteras después de, incluso, medio siglo de uso.
Pero nada más lejos de la realidad. El 94% del parque móvil en Uzbekistán son Chevrolet o Daewoo (que vienen a ser lo mismo) de color blanco. No es una obligación por gusto de la clase política (como sí ocurre en Ashgabad, Turkmenistán). Se trata más bien de una obligación económica, en un país donde el sueldo medio se sitúa en unos 200 euros y donde las ganancias de una jornada son las equivalentes al sueldo por hora de España.
El Estado uzbeko, accionista mayoritario de una planta de General Motors
En Uzbekistán, existe una planta de Chevrolet en Asaka, en el valle de Ferghana. El Estado uzbeko es dueño del 75% (curioso para tratarse de General Motors, buque insignia estadounidense). Cada año, 250.000 unidades blancas salen de esta planta de montaje donde trabajan 5.000 personas. La mayoría, Cobalt, una berlina económica, y Spark, un divertido utilitario que está triunfando entre la juventud. La explicación es sencilla: si pretendes comprar un coche diferente, el sobrecoste puede suponer hasta un 150% del valor inicial. Lo mismo ocurre al querer cambiarlo de color o para los vehículos de segunda mano. Incluso las motocicletas conllevan una tasa mensual desproporcionada (cercana al salario medio) para poder conducirlas. Por ello, son inexistentes en el país del Registán.
Por si no fuera suficiente, los vehículos se montan por encargo, por lo que hay que esperar una media de un año para poder conducir tu flamante Chevrolet nuevo. Eso sí, hay que abonar hasta el 85% del coste del vehículo de forma previa.